domingo, 23 de septiembre de 2012

LA NORIA DE LAS ESCALONIAS


De regreso de Honduras, he disfrutado de unos días de descanso con la familia en la tierra que me vio nacer y otro tiempo en la Comunidad Redentorista de Sevilla, a la que pertenezco. Situado ya en tierras y realidades españolas, quiero comenzar mis entradas en el blog con la experiencia vivida en el Monasterio de las Escalonias en Córdoba, donde he estado 5 días de retiro llenando las pilas mediante la fortaleza y entusiasmo de la oración.

En pleno corazón de Andalucía, se enclava el monasterio del Cister medio de un campo de naranjos. Entre la inmensidad del horizonte, desde la ventana de mi habitación en la hospedería monástica, mis ojos no han dejado de mirar la belleza de un máquina antigua: una noria…. ¡sí, una vieja noria! Aunque oxidada y rotas las cubetas, por el desuso y el paso del tiempo, estaba dotada de todos los engranajes, cubos y cadenas para extraer el agua de las profundidades de la tierra. Asomándose al borde de la apertura, en el interior se podía uno ver reflejado en el agua de su fondo. Alrededor, una superficie empedrada donde el animal daría vueltas, haciendo mover los engranajes de la noria con el repetido movimiento en torno al eje.

Atraído por la belleza de la vieja noria, me serviré de ella para expresar lo vivido allí. Lo importante está en el fondo, donde se encuentra el preciado líquido que genera la vida; y para extraerlo la noria nos ayuda a convertir el cansino movimiento giratorio en torno a su eje en fuerza y movimiento que extrae desde las profundidades el agua; agua que riega los secos campos de la Andalucía quemada por el sol veraniego. Los días allí sido un dejarse llevar por el paso del reloj; un paso del reloj monótono, salpicado por el toque de la campana que invitaba a la oración litúrgica de los monjes o a la invitación de silencio.

Entre estas invitaciones de la campana, se iban jalonando los momentos de la comida, entretenida mediante el compartir con el resto de huéspedes, los momentos de colaboración en el trabajo de los monjes, que nos servía de recreación. Estos eran los eslabones de la cadena. Y como no, los momentos de silencio, reflexión y meditación personal sobre mí, los meses pasados y el futuro que se abre. Esta cadena establecida con el paso de las horas, poca novedad ha ido ofreciendo; pero ese trascurrir monótono me ha permitido ir adentrándome en la profundidad de mi, encontrándome con la fresca agua que brota en lo hondo de mi corazón; agua que es regalo del Padre Dios por Medio de su Espíritu, y que ha ido regando la tierra requemada por el peso del sol de la vida, los ajetreos y las prisas de la vida misionera.


Casa de Juan de Avila -patio
Verdaderamente poco hay que contar de estos días, pues poca novedad y pocas historietas genera la vida, si no es el horario, la liturgia y la vida de los monjes. Pero el discurrir monótono del horario en torno a Cristo, eje de la vida monástica, genera un milagro: va centrando a la atención persona en uno mismo para encontrarse con lo que uno es y lo que le hace vivir. ¡Bendita noria de la vida monástica! Quisiera hacer referencia al eco especial que estos días ha tenido en  una visita que a finales de agosto hice con Kiko, un amigo sacerdote de Valencia, a Montilla, al Santuario y Casa de San Juan de Ávila. Su vida de sacerdote misionero apasionado por Cristo ha sido durante estos días un referente para mi vida apostólica. Y no podía olvidar los ecos que quedan en mi corazón de las comunidades y creyentes de Honduras, que han dejado muescas en mi corazón.
Con todo ello he ido cargando pilas para iniciar mis andanzas misioneras por estas tierras Españolas, que esperan en este tiempo de sequía a todos los niveles ser regadas por el Agua Viva. Desde esta plataforma quisiera agradecer a la Comunidad de Monjes de las Escalonias de Hornachuelos (Córdoba), desde el Superior al Hospedero, pasando por todos los hermanos y por los colaboradores de la hospedería, su acogida, ayuda y testimonio de vida centrada en Cristo que me han ofrecido estos días. Que el Padre les siga fortaleciendo en su vocación. Les llevaré conmigo por mis caminos de mmisión.