sábado, 3 de marzo de 2012

Cuando el acueducto está roto y no lleva agua

Continuo con mis hermanos Carlos y Manuel Cabello en Mérida, en la Parroquia del Calvario. Ha sido una semana intensa de paseos y callejeos de un lado a ootro, buscando hogares donde se pudiesen reunir las asambleas, contactando con personas, visitando asambleas; subir y bajar calles. Una  vista nos iba sorprendienco en cada calle, que era las ruínas del Acueducto de los Milagros. Una edificación romana para canalizar el agua hasta la ciudad y abastecer de ella la comunidad humana. Pero la edificación es ruinosa, se han derrumbado algunos arcos; en algunos tramos únicamente quedan las pilastras donde antaño se sostenían los arcos ..... un acueduscto que no puede labastecer de agua la comunidad humana. Inentar ponerlo de nuevo en uso es tarea casi imposible. No simplemente habría que rehabilitar las canalizaciones, sino que previamente habría que sabear todas las pilastras, restaurar los arcos de unión entre ellas, para que pudiesen reinsertare todas ellas en el único edificio. Y como última terea restaurar las canalizaciones para que pueda el agua llegar a su destino y el acueducto servir para aquello para lo que fue creado.

El pateo por las calles y la contemplación de los restos del acueducto me traía a la mente aquella imagen de la Iglesia que nos recuerda que es parecida a un acueducto; su finalidad es ser cauce de gracia y salvación a la comunidad humana. Todo en ella está a para ese servicio. Las intituciones, grupos, normas, litúrgia son pilastras que soportan la canalización de la gracia. Cuando todo el edificio pierde su finalidad de conjunto, se tricina a si mismo. 

Al ver las ruínas me venía a mi imaginación la iglesia, las distintas comunidades cristianas, y en concreto esta en la que me encuentro en Mérida. Se vive una gran fractura entre la vida del barrio y la iglesia; una comunidad que se vive fracturada desde años; grupos de iglesia que viven de espaldas y despreocupados de la fe y religiosidad de los demás; comunidad parroquial que tiene la tentación de mirarse a sí misma y no mirar y preocuparse de aquellos que no participan. Este sentimiento quedaba ilustrado por las pilastras del acueducto que han quedado al margen de la unidad del connjunto.

Desde que llegamos los miisioneros a la Parroquia se nos pidió intentar encontrar esta unidad de conjunto, y a pesar de las dificultades es lo que hemos inentado hacer a lo largo de la semana pasada buscando el encuentro de las personas en las asambleas familiares; muchas reticencias y dudas; han funcionado 8 asambleas en las que personas se han encontrado y han compartido la fe. Creo que algunas de ellas han propiciado establecer la unión entre distintas pilastras aisladas del conjunto eclesial. La semana que inauguramos pretendemos acercar las canalizaciones que hangen encontrarse a Cristo con distintos sectores de la población.
Confiemos en la ayuda de Dios.

1 comentario:

  1. Me gusta mucho tu metáfora, Antonio. ¡Espero que logréis vuestro objetivo!

    un besazo desde madrid

    ResponderEliminar