sábado, 9 de agosto de 2025

PREGÓN DE LAS FIESTAS DE LA SANTA CRUZ. - Pedro Martínez 7 de agosto 2025


Exmo. Sr. Alcalde y miembros de la Corporación Municipal;

Queridos paisanos de Pedro Martínez,

y todos aquellos que os habéis desplazado 

para celebrar las fiestas de la Santa Cruz.

¡Buenas tardes a todos!

Con agradecimiento por esta invitación,

me llena de satisfacción ser este año 

el pregonero de las fiestas de nuestra patrona la Santa Cruz.


Cuando escribía estas palabras, sin mucho esfuerzo

venían a mi memoria recuerdos en blanco y negro;

recuerdos inmóviles y aislados, como fotografías antiguas, 

de mitad de los años setenta, 

cuando aún era un niño timorato, hijo de emigrantes en Alemania,

que crecía, como otros muchos, al calor de mi abuela.

Son imágenes de aquellas fiestas en la plaza vieja, 

a finales del mes de agosto,

en torno a aquella iglesia oscura en la que recibimos el bautismo.

Con la churrería de Juan y Elena al final de los Callejoncillos;

con la noria en la puerta del Casino,

con las voladeras en la puerta del Mely y de Manolico Claudio,

los caballitos en la plaza frente a la Gumy,

y frente a la iglesia el tenderete de Manuel Formales y su esposa Dolores

vendiendo trocitos de turrón.

 

También vinieron a mi recuerdo, ya con imágenes a color y en movimiento,

las fiestas de mi adolescencia y juventud, en los años ochenta;

trasladadas a la plaza nueva y celebradas a comienzos de agosto;

teniendo como escenario el nuevo templo.

Recuerdo cómo el pueblo se llenaba de una multitud de pedromartineros

venidos de todos los rincones de España

para encontrarse con sus familiares y amigos

y venerar a nuestra querida patrona, la Santa Cruz.

Eran días esperados con nerviosismo por todos los adolescentes,

para romper nuestra monotonía estival

y saludar a aquellos primos y amigos de las fiestas anteriores;

como no disponíamos de whatsapp,

no habíamos mantenido comunicación 

desde que marcharon el anterior verano.

 

Todos esos recuerdos, sean a color o en blanco y negro, 


en la plaza vieja o en la nueva;

a finales o primeros de agosto; 

todos tienen en común la centralidad de la Santa Cruz.

Una Santa Cruz en sus andas llevadas con veneración, fe y cariño;

rodeada de mujeres descalzas, entre ellas mi abuela y mi madre,

que agradecían a nuestra patrona los beneficios recibidos 

y cumpliendo las promesas.

 

Y me pregunto, ¿Qué tiene de especial este rinconcito de Granada,

para que lo añoremos tanto allí donde estemos?

¿para que volvamos cada fiesta 

y llevemos a nuestra patrona allí donde vivimos?

 

Permítanme que en este pregón traiga unas palabras de María Pretel.

Se trata de una escritura del año de 1559

que dicha señora hizo ante el escribano de Guadix Eugenio de Santa Cruz, 

en la que dice:

 

 “Sepan cuantos esta carta de donación vieren como yo, María Pretel, viuda mujer que fui de Pedro Martínez, vecino que fue de esta ciudad de Guadix, digo que por cuanto el muy ilustre y reverendo señor don Martín de Ayala, obispo de esta dicha ciudad, del consejo de Su Majestad, ha tratado de me hacer merced de dar licencia para que en mi cortijo que tengo en Monte Armin, término de esta dicha ciudad, pueda hacer una ermita  [ … ] otorgo e conozco que doto e mando e hago donación buena, pura, perfecta, acabada, que es echa entre vivos, irrevocable para la dicha ermita e para la fábrica de ella un pedazo de tierra monte e raso en el dicho mi cortijo que será de veinte e cinco fanegas, poco más o menos”

 

Y en ese pequeño templo construido por María Pretel fue clavada la Cruz

para que, bajo su amparo y bendición, naciese un nuevo pueblo,

al que el azar y el tiempo designarán

con el nombre de su esposo, ya difunto: Pedro Martínez.

 

Y desde ese momento, a la sombra del Mencal, 

al norte de la ciudad de Guadix,

aglutinados por la Cruz Santa y bendecidos por ella,

fue surgiendo un espacio de tierra de paso,

donde unos fueron llegando en busca de un futuro prometedor,

y de donde otros han ido partiendo en busca de ver cumplidos sus sueños.

 

A esa tierra llegaron Pedro Martínez y María Pretel junto a su familia,

procedentes de Huelma y aquí establecieron su hogar.

Por el contrario, y casi a la par, salieron los Mensafíes,

familia morisca que vivía a la sombra del Mencal,

que fueron forzosamente desplazados

para instalarse en el arrabal de San Miguel de Guadix.

Y con el paso del tiempo a esta tierra fueron llegando

labradores para poner en producción esta estepa:

Martínez, del Valle, Delgado, Rodríguez, Suarez, Molina,

que fueron estableciéndose en los distintos cortijos.

Por la contra, de la sombra del Mencal partió el sacerdote 

y futuro historiador Pedro Suárez Cazalilla,

que terminaría sus días como canónigo de la catedral primada de Toledo.

 

Pasaron los años, y llegaron Quesadas para cultivar la tierra,

Líndez para pastorear, Cazorlas y Fernández para construir,

Vílchez para ayuda de la administración, Céspedes para hospedar;

juntos a otros Alfaros, Sánchez, Vacas, Montoros o Navarros,

Pérez,  García,  Cortés, Heredias…,

que vinieron al reclamo del trabajo que se ofrecía en esta tierra.

Todos ellos fueron dejando,

como los distintos arroyos que desembocan en el río,

sus dotes, sabiduría y aquellos valores

con los que fueron enriqueciendo este altiplano donde nos encontramos.

 

Y en medio de tanta gente diferente, venidas de lugares tan diversos

la Santa Cruz se alzó sobre el Mencal, 

como eje integrador de tanta diversidad,

como eje de una piña que la mantiene unida.

La Santa Cruz fue para todos, 

una invitación a dar lo mejor que llevaban,

aún a pesar del sacrificio que ello conllevaba.

Reproduciendo cada uno el ejemplo de Jesucristo, el crucificado,

que gratuita y generosamente se entregó 

para agraciarnos con su felicidad.

 

Y la Santa Cruz pasó de Cristo 

a ser la cruz de cada uno de los que aquí llegaron,

para que, desde la sencillez y la humildad, y poco a poco,

se fuera creando este pueblo.

Un pueblo donde todos tuvieran cabida 

y donde todos se sintieran parte de él.

Un pueblo de oportunidades y de libertad.

Porque este pueblo, 

no lo hicieron reyes ni gobernadores, obispos y condes;

ni siquiera capitanes legendarios de ejércitos.

Este pueblo nació y creció de la generosidad, sacrificio 

y entrega de nuestros mayores;

de todos los que llegaron desde donde fuera, se afincaron,

e hicieron de esta tierra su hogar;

y no dudaron en tener como bandera la Cruz Santa,

y descubrir en ella el emblema 

y la señera que los integrarse al proyecto común.

 

También de estas tierras salieron otros 

buscando porvenir para sus familias,

que llevaron como bandera la Santa Cruz.

Y con ella llevaron aquellos tesoros que recibieron

bendecidos por la Cruz Santa a la sombra del Mencal:

no era capitales económicos, ni grandes posesiones;

sino otros tesoros que son la hermandad, la capacidad de sacrificio, 

la generosidad, la caridad, la ayuda, la solidaridad y la fe;

y con ellas, como no, la añoranza de esta tierra llena de contrastes

en la que dejaron la mitad de su corazón.

Llevaron lo mejor que recibieron de sus mayores a otras tierras:

pueblos circundantes, Granada capital, 

Cataluña, Madrid, Balares, o los Pirineos;

Francia, Alemania, Suiza, Argentina o Brasil.

 

La Cruz es cruce;

es cruce de caminos donde se han encontrado personas;

pero también es cruce de tiempos.

En la cruz se une el pasado el presente y el futuro;

en la cruz queda unido el norte y el sur; el este y el oeste.

El la Santa Cruz quedamos unidos 

a los que nos precedieron y a los más jóvenes.

En la Santa Cruz estamos unidos los que viven aquí,

pero también los que marcharon y sus descendientes.

El gran milagro de la Santa Cruz es integrar 

y unir la pluralidad y la diferencia.

 

Como ejemplo,

los que nacimos en el año 70 somos testigos de ese milagro;

en el grupo de whatsapp que tenemos

se pueden montar discusiones fruto de nuestra diversidad;

de vez en cuando alguno sale del grupo por algún cabreo.

Después otro le convence de que vuelva.

La Santa Cruz hace que por encima de la diferencia y de la diversidad

esté el reconocimiento del compañero,

nuestra amistad de años y el cariño que nos tenemos.

¿No creéis que es un verdadero milagro?

 

Por eso,

al inicio de nuestras fiestas no solo recordamos nuestros padres y abuelos;

aquellos que nos han dejado.

Sino que queremos hoy tener presentes a todos los pedromartineros

extendidos por toda la tierra;

a todos los pedromartineros

o hijos y nietos de pedromartineros que viven cerca o lejos.

Todos están atados de forma misteriosa a la Santa Cruz.

Cada trocito de nácar que adorna nuestra patrona

es el recuerdo de una persona que en ella ha dejado su esperanza y corazón.

Y todos, de una manera u otra, estamos de fiestas.

 

Antes de terminar, me gustaría tener presentes a dos pedromartineros;

por la ley de la paridad, un hombre y una mujer.

Uno ya murió y la otra aún vive.

En esta tarde quisiera recordar a José del Valle, Eulogio,

el primer alcalde de la Constitución del 78, 

que nos dejó el pasado septiembre.

Fue elegido por unanimidad 

de toda la corporación municipal del momento;

estuvo 6 años en el servicio al pueblo;

entre sus haberes como alcalde, tiene entre otros,

el haber dotado de agua corriente nuestro pueblo.

Él ya participa plenamente en el misterio de la Cruz.

 

Con él quisiera recordar también a un grupo de mujeres,

que desde el anonimato y la sencillez,

han llevado la Santa Cruz a lugares muy diversos,

haciendo de sus vidas un el servicio desinteresado a los demás.

Quiero traer a nuestro recuerdo a las religiosas, hijas de Pedro Martínez,

que se consagraron ayudando a los más desfavorecidos.

Es un número significativo, me salen 15 mujeres;

unas ya murieron; otras, aunque mayores, aún viven.

Un reconocimiento por llevar la Santa Cruz por donde han pasado.

Entre ellas, esta tarde quiero recordar a la más mayor: 

María Titos Martínez, (Madre Auxilio en religión) 

y en el pueblo la Mariquita del Tartaja.

A sus 95 años sigue en Nador enseñando 

y promocionando a las mujeres de allí.

Ante tanta discusión con la inmigración

ella nos da ejemplo de pasar de las palabras a la ayuda 

y a la aceptación del otro;

en su trabajo prolonga allí nuestra Santa Cruz.

 

Termino, con la invitación de sentiros todos agraciados y agradecidos

por los tesoros recibidos a través de la Santa Cruz.

Y una invitación de cuidar este legado 

para que las siguientes generaciones lo reciban 

sintiéndose también agraciadas y agradecidas.

Con estas palabras salidas del corazón, quiero desearos a todos,

los presentes y ausentes, Los niños, adultos y mayores;

los nacidos aquí, los venidos y a todos, unas Felices fiestas 2025.

¡Viva la Santa Cruz! ¡Viva Pedro Martínez!

domingo, 1 de junio de 2025

El Santuario de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro de Granada, espacio de santidad

El Santuario de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro de Granada, espacio de santidad

 “La santidad es el adorno de tu casa” (Salmo 93, 5)

Ayer comenzábamos la Novena de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro en este templo-santuario dedicado a ella en la ciudad de los cármenes. El cartel que lo anuncia y que este año ha pintado bellamente el joven artista Alejandro Pérez, quien al describir su obra apuntó el día de su presentación “que en la parte inferior, a través de un collage se representa la Eucaristía en manos del venerable Francisco Barrecheguren, el rezo del rosario en la figura de la beata Conchita Barrecheguren y la comunidad redentorista en su fundador San Alfonso María de Ligorio. Además, ha plasmado de fondo un calendario «con la fecha del 27 de junio en rojo, festividad del Perpetuo Socorro”, Tal obra me ha hecho rememorar que el santuario es un espacio santo impregnado por la fe y oración de personas santas.

Echando manos de la historia, he comenzado a hacer un elenco de personas santas que han vivido aquí. El mismo origen del templo está vinculado al sacerdote granadino venerable D. Pedro de Torres y Acebedo (1614-1670), que está enterrado en la cripta del templo, y que desde su sepultura se ha convertido en cimiento de la fundación filipense. Junto a él, recordamos otro de los cimientos, esta vez no del templo, sino de la comunidad redentorista; es el venerable Victor Loyódice (Corato –Italia- 1824 - Montevideo -Uruguay- 1916), sacerdote redentorista de la Provincia de Nápoles que instauró la congregación en España; fundó primeramente una comunidad en Alhama de Granada (1867-1868); y tras la restauración en San Juan de los Reyes, donde llegó en 1879 y marchó camino de Argentina en 1884). Pero lo tenemos entre las personas cimiento porque no llegó a conocer este espacio de santidad que es el Santuario del Perpetuo Socorro.

Los Misioneros Redentoristas adquirieron el templo filipense y los edificios adyacentes, desamortizados en 1835, mediante compra realizada en 1912. Restaurado el templo lo consagraron al culto del Sagrado Icono que en 1874 el papa Beato Pío Nono les encomendó y pidió que la dieran a conocer. Desde ese momento hasta el presente este centro eclesial granadino ha levantándose con personas que ya han sido declaradas por la iglesia como santas. Para hacernos conscientes del dato, hagamos un elenco de ellas y demos unas pinceladas sobre su vida en este espacio.

Beatos

Beata María de la Concepción del Perpetuo Socorro Barrecheguren (Conchita) (1905-1927).- Nacida y fallecida en Granada, fue bautizada con el nombre de María de la Concepción del Perpetuo Socorro por la devoción de sus padres a esta advocación de la Virgen. Fue inscrita en la Archicofradía del Perpetuo Socorro. Su padre que ya se dirigía y confesaba con el redentorista P. Ruiz Abad, ante los escrúpulos de la hija la trajo a que fuera él quien la atendiera espiritualmente. Trasladado el confesor comenzó a dirigirse con el P. Tomás Ramos, quien le acompañó espiritualmente durante el proceso de la enfermedad. Vinculada a la asociación de las Marías de los Sagrarios, tenía su sede granadina en el Santuario. Y cuando ya estaba muy débil en el Carmen de la Alhambra, donde falleció, fue el redentorista beato Julián Pozo quien le administró los últimos sacramentos. Los redentoristas son quienes alentaron su fama de santidad con las diversas biografías que publicaron; son ellos quienes han seguido el proceso de canonización iniciado en 1938 y concluido en 1945. Desde 2007 sus restos descansan en este templo y aquí reciben culto. Beatificada en Granada el 6 de mayo de 2023.

Beato Pedro Romero Espejo (Pancorbo 1871 – Cuenca 1938). Sacerdote redentorista muerto en la cárcel de Cuenca en 1938 a causa de las persecuciones sufridas y las torturas recibidas después de vivir en medio de la persecución religiosa como un mendigo por las calles de la ciudad llevando los auxilios espirituales a quien se lo reclamaba. Fue beatificado en Tarragona en 2013. Desde 1897 a 1899 estuvo destinado en la comunidad redentorista granadina de San Juan de los Reyes, entregándose a la predicación de misiones en el Valle de Lecrín y las Alpujarras. Regresa a Granada en 1914 ya al recién inaugurado santuario; y aquí estará hasta diciembre de 1921 en que es destinado a Cuenca, donde le espera la persecución religiosa. Durante estos años, además del confesionario, de nuevo se entregará a la predicación de misiones en todo el territorio de la archidiócesis granadina  y las vecinas.

Beato Julián Pozo Ruiz de Samaniego (Payueta 1903 – Cuenca 1936).- Sacerdote redentorista  afectado por la tuberculosis desde su profesión. Vivió su vocación ayudando en el ministerio interno en la medida que su enfermedad se lo permitía. Murió martirizado en Cuenca en agosto de 1936. Fue beatificado en Tarragona en 2013. Es destinado al Santuario del Perpetuo Socorro de Granada donde llega el 3 de diciembre de 1925 por motivos de salud y se marchará el 30 de octubre de 1927 con destino a Cuenca, donde le espera el martirio. Durante el breve espacio de tiempo que vive en el santuario conocerá a la beata Conchita Barrechegure y tendrá la dicha de ser quien le administre los últimos sacramentos en el lecho de muerte. También será testigo de la Coronación del Sagrado icono en dicho Santuario el día 12 de junio de 1927.

 Beato Miguel Goñi Áriz (Imarcoain 1902 – Cuenca 1936).- Sacerdote redentorista dedicado a las misiones que murió martirizado en Cuenca a finales de agosto de 1936. Fue beatificado en Tarragona en 1913. Fue destinado al Santuario del Perpetuo Socorro de Granada donde llega en marzo de 1927 y está hasta marzo de 1928 recuperándose de una afección pulmonar. Como el P. Pozo, también será testigo de la Coronación del Sagrado icono en dicho Santuario el día 12 de junio de 1927.

Beato Ciriaco Olarte Pérez de Mendiguren (Gometxa 1893 – Cuenca 1936).- Sacerdote redentorista entregado a las misiones, primeramente en México, de donde fue expulsado en 1927; posteriormente en España hasta su martirio en a a finales de julio de 1936. Fue beatificado en Tarragona en 2013. El 16 de agosto de 1932 el P. Ciriaco llega destinado a Granada en donde estará hasta el 4 de julio de 1933, además de misionero como sotoministro y prefecto de forasteros. Desde el Santuario del Perpetuo Socorro se entregó al anuncio misionero en un periodo complicado para públicamente anunciar la fe; su radio de acción se extiende a Córdoba, Málaga, Granada y Almería, predicando Misiones Novenas y Ejercicios a Monasterios contemplativos.

Beato Antonio Girón González (Ponferrada 1871 – Madrid 1936).- Sacerdote redentorista martirizado en Madrid a finales de agosto 1936. Beatificado en Madrid el 22 de octubre de 2022. Aunque no vivió como misionero destinado en Granada, siendo Ecónomo Provincial fue quien compró el antiguo convento filipense en 1912 y quien dirigió las obras del mismo desde Madrid. Visitó el Santuario en numerosas ocasiones.

Beato Ángel Martínez Miquélez (Funes 1907 – Madrid 1936).- Joven sacerdote redentorista, dedicado fundamentalmente a profesor de Filosofía en el Estudiantado y al trabajo con jóvenes donde estuvo destinado. Murió martirizado el 20 de julio de 1936 al inicio de la persecución religiosa. Beatificado en Madrid el 22 de octubre de 2022. Estuvo destinado en el Santuario de Granada en 1934, desde el 11 de mayo hasta el 6 de octubre.


Beato Aniceto Lizasoáin Lizaso (Irañeta 1877 – Madrid 1936).- Hermano coadjutor redentorista, dedicado fundamentalmente a tareas domésticas y a la sacristía. Fue martirizado en Madrid el 17 de agosto de 1936; fue beatificado en Madrid en octubre de 2022. Fue destinado a Granada en mayo de 1904 a la comunidad de San Juan de los Reyes. En Granada estará hasta noviembre de 1918. Durante estos 12 años de estancia en Granada vivirá el traslado de la comunidad desde San Juan de los Reyes a San Jerónimo, siendo el último en abandonar la casa albaicinera. Será testigo de la inauguración del Santuario del Perpetuo Socorro en 1915 donde desempeñó el oficio de sacristán.

Beato Nicesio Fernández del Palomar Quincoces (Tuesta 1859 – Madrid 1936).- Hermano coadjutor redentorista, dedicado fundamentalmente a la horticultura y posteriormente a la dirección de las obras en las distintas comunidades redentoristas. Fue martirizado en Madrid el 16 de agosto de 1936; fue beatificado en Madrid el 22 de octubre de 2022. Aunque por su trabajo de maestro de obras estuvo varias veces en Granada, residió en el Santuario del Perpetuo Socorro desde el 14 de diciembre de 1912 hasta el 24 de abril de 1914 para dirigir las obras de limpieza y restauración del templo de San Felipe y convertirlo en el santuario granadino de la virgen.

Beato Manuel Medina Olmos (Lanteira 1869 – Vícar 1936).- Sacerdote sacromontano y obispo de Guadix. Fue martirizado el 29 de agosto de 1936 en Vícar (Almería); fue beatificado en Roma en 1993. Aparte de la relación privada que pudiera tener con el santuario, siendo Obispo Auxiliar de Granada ayudó al Cardenal Vicente Casanova y Mazol a coronar el Icono del Perpetuo Socorro de Granada el 12 de junio de 1927.

Camino de los altares

Venerable Francisco Barrecheguren Montagut (Lérida 1881 – Granada 1957).- Huérfano de padres, fue educado en Granada por sus tíos paternos. Heredó una gran fortuna y fue formado por los jesuitas en El Palo (Málaga). Casado con Dª Concepción García Muñoz, fue padre de la beata Conchita Barrecheguren. Después de morir su hija, y posteriormente su esposa, terminada la fase diocesana del proceso de canonización de su hija, ingresó como postulante Redentorista en el Santuario del Perpetuo Socorro el 13 de junio de 1945, donde estuvo hasta el 13 de mayo de 1946 en que viaja al noviciado. Él ya conocía la casa, pues había frecuentado la iglesia para confesarse y para que su hija se dirigiese con su confesor. Con la enfermedad y muerte de Conchita y la enfermedad de su esposa encontró en los redentoristas unos amigos en los que apoyarse en tales momentos; también en los redentoristas encontró los promotores del proceso de su hija, de manera que su entrada en el postulantado era el paso subsiguiente al de trato estrecho con los que ahora tenía como hermanos de comunidad. Tras su ordenación regresa a Granada el 18 de septiembre de 1949, y residirá en el Perpetuo Socorro hasta el momento de su santa muerte el día 6 de octubre de 1957. Inhumado en el cementerio de San José, sus restos fueron trasladados al Santuario del Perpetuo Socorro de Granada en 1995. El 5 de mayo de 2020 el Papa Francisco lo declara venerable al firmar el decreto de virtudes.

Siervo de Dios Celso Alonso Rodríguez (Rioseras 1896 – Valencia 1936).- Hermano coadjutor redentorista, de carácter abierto y simpático, que profesó en 1920 y se dedicó fundamentalmente al cuidado de las comunidades y de los cohermanos redentoristas enfermos. Llevaba en Valencia desde 1935 cuidando al anciano P. Antonio Mariscal en el Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados cuando le sorprendió la persecución religiosa. Aunque pasaba como enfermero, fue delatado por un anciano y martirizado el 29 de septiembre de 1936 en compañía de otro hermano coadjutor jesuita en el cauce del río Turia a la altura de Nazaret. Estuvo viviendo en Granada desde el 11 de enero de 1933 hasta el 16 de enero de 1935 cuidando de la comunidad como cocinero. Como dato curioso, en las navidades de 1934 ayudó al H. sacristán ha montar un magnífico nacimiento en el santuario. Desde Granada marchó a Valencia a cuidar del P. Mariscal y allí le sorprendió el martirio. Su proceso de martirio se encuentra en fase romana a la espera de su estudio por los historiadores.

Siervo de Dios Angel Vesga Fernández (Herramélluri 1886 – Valencia 1936).- Hermano coadjutor redentorista, de carácter fuerte y muy trabajador, fundamentalmente como carpintero o albañil. Profesó en 1910 y su vida transcurrió en las comunidades que necesitaban sus servicios. Había llegado a Valencia procedente de Barcelona en 1935; escondido en la portería de un edificio donde se encontraba el Consulado de Argentina, fue sorprendido por los milicianos que custodiaban el edificio diplomático, llevado a una cheka fue martirizado con un sacerdote diocesano en la trasera de la antigua Estación de Aragón, junto a la acequia de Algirós, el día de su onomástico, 1 de octubre de 1936. Estuvo destinado en el Perpetuo Socorro de Granada en dos periodos; primeramente desde 1912 al 24 de abril de 1914 empleado en las obras de limpieza y restauración del antiguo templo de San Felipe. Sobre el particular la crónica dice: “La limpieza de las paredes y bóvedas corrió por cuenta de nuestros Hhos. Nicesio, Donato, Feliciano y Angel. Y hay que decir que la ejecutaron maravillosamente bien. La iglesia estaba toda negra como una chimenea, sobre todo por las partes más cercanas a las viviendas en que estaban convertidas torres y tribunas. Hubo mucha precisión de irlas raspando toda punto por punto; y en algunas partes, no bastaba eso, y hubo que picar la piedra hasta quitar una capa, habiendo conseguido dejarla como nueva, lo mismo que si se acabase de hacer. Para esta obra se construyó un andamio que se apoyaba más arriba de la última cornisa, en el arranque de la bóveda, por encima de la barandilla de madera”. Posteriormente estuvo de nuevo destinado en el Santuario granadino desde el 27 de junio de 1926 al 3 de julio de 1928, para el mantenimiento de la casa. Dejó instalada una bomba de agua para el riego de huerta y jardín. Su proceso de martirio se encuentra en fase romana a la espera de su estudio por los historiadores.

Siervo de Dios Manuel Gil de Sagredo Arribas (Granada 1908 – Astorga 1952).- Sacerdote redentorista granadino, nacido frente al Santuario del Perpetuo Socorro y bautizado en la parroquia de San Justo y Pastor. Durante una misión de los redentoristas en dicha parroquia cuando contaba con 12 años se entusiasmó y quiso ser misionero. Entró en el Santuario, donde contemplando el icono de la Virgen quedó lleno de ansias misioneras. Profesó en 1924 y tras ordenarse sacerdote en 1930 marchó como misionero a China, donde estuvo hasta 1941 en que regresó a España y donde le sorprendió el bloqueo de fronteras por la 2ª Guerra Mundial. Regresó a China como Viceprovincial en 1946, y allí le sorprendió la Revolución maoísta; opuesto con tenacidad a la creación de la Iglesia popular china e invitando a los católicos a permanecer fieles al Papa, fue encarcelado desde junio a noviembre de 1951; sufrió malos tratos y torturas. Conmutada la pena de muerte por la expulsión de China, llegó a Madrid muy débil en enero de 1952. Tras una gira de animación misionera por España, falleció inesperadamente en Astorga (León) el 4 de agosto de 1952. Además de ser granadino e iniciar su vocación misionera en el Santuario del Perpetuo Socorro, durante su estancia en España al regresar de China tanto en 1941 como en 1952 estuvo aquí creando y animando al grupo de Marías del Redentor, que él había creado como colaboradoras de la Misión Redentorista de China. Además, fue el Rector del Santuario del Perpetuo Socorro desde abril de 1944 hasta mayo de 1946, en que presenta su renuncia para volver a China. De este periodo podemos destacar además de la creación de las Marías del Redentor, la predicación de Misiones Populares por diversos pueblos de Andalucía Oriental y la acogida como postulante del Venerable Francisco Barrecheguren. Sus restos, recatados del osario del panteón redentorista de Astorga, descansan en la cripta del templo granadino. Su proceso está iniciado en la Curia granadina.

Santos de la puerta de al lado.- Podríamos pensar que tras la muerte del P. Barrecheguren na santidad dejó de adornar el santuario; pero lejos de la realidad. Que no haya ninguno más camino de los altares no significa que en este recinto no hayan vivido o celebrado la fe personas santas. El pudor me impide poner nombres; pero estoy seguro que tu experiencia y recuerdo agradecido llena de nombres de sacerdotes o hermanos redentoristas, o de hombres y mujeres laicos mi silencio. Personas que han caminado y orientado sus vidas desde Cristo y que se han gastado por el evangelio, contagiando su entusiasmo y el amor y devoción a la Virgen a todos cuantos se acercaban a ellos. Misioneros que aún viven con nosotros y que su trasparencia deja vislumbrar su vida consagrada y gastada por el Evangelio.

Hermoso es vivir, celebrar la Eucaristía, desgranar los avemarías del rosario, o contemplar en silencio la Eucaristía en este espacio, cuya mayor belleza no son las piedras que nos transportan a los siglos de historia; tampoco los bellos retablos que se elevan con majestuosidad para cobijar las sagradas imágenes; ni siquiera el magnífico trono diseñado por Encarnación González y ejecutado por la maestría de José Navas Parejo; tampoco las imágenes de San Felipe y San Juan Nepomuceno, de la escuela granadina, herederas del antiguo Oratorio. Este templo está embellecido por la santidad de tantas personas que han vivido su fe en él; que han ejercido su ministerio presbiteral; que han colaborado en su limpieza y ornato. Ellos, que son más que los 10 beatos y 4 en camino hacia los anteres, han ido embelleciendo este espacio sagrado.

Este legado también se convierte en responsabilidad de cuantos aquí vivimos la fe, ejercemos el ministerio o compartimos la amistad. Seguir ornando este templo con una santidad que entusiasme a cuantos a él se acerquen; una santidad que se concrete en anuncio misionero y servicio caritativo a los mas desfavorecidos. Una belleza que sea el mejor tesoro que ofrezcamos a la iglesia y sociedad de Granada, pues pocos lugares de esta ciudad pueden contar con este tipo de belleza.