
Los ojos de las personas se abrían de par en par por la perplejidad. Muchos se sorprendieron. Algunos se molestaron. Para muchos fueron otras palabras más de las que se escuchan por las calles. Pero para un número grande fueron palabras que les tocó el corazón por lo inusual de la oferta. Creo que algo se contagió y otras personas de la parroquia comenzaron a llevarse octavillas para repartirlas ellas también entre sus conocidos.
Sin duda, en esta Misión de Mérida todos, feligreses de la Parroquia de Cristo Rey, Misioneros, Sacerdotes .... nos hemos alentado unos a otros el celo y talante misionero. Gracias Paco y Juan Andrés (párrocos cuasi in solidum), gracias Carlos y Manolo, compañeros de Misión; gracias gente del Calvario de Mérida. Con vosotros he crecido en espíritu misionero.
Como Carlos (espero no te molestes que cite tu artículo) se me ha adelantado, aquí ofrezco la crónica de Misión escrita por el P. Carlos, en la que da amplia cuenta de los detalles del callejeo.